Va una receta sencilla de enchiladas: en la licuadora hay que moler unos 10 tomates verdes con su equivalencia de chiles serranos (pueden ser más o menos, depende del valor de los comensales, un par de dientes de ajo y un trozo de cebolla. El secreto de la molienda es que ANTES, los ingredientes deben haber sido hervidos unos 5 minutos. Bueno, se muelen, pues, y la mezcla obtenida se vacía en una cacerola bien caliente donde hemos colocado, previamente, una buena rociada de buen aceite comestible y algunas rodajas de cebolla. Enseguida rectificamos de sal y agua, de acuerdo a la consistencia deseada, y agregamos un poco de glutamato monosódico, mejor conocido como Knorr. Listo. Dejemos que la salsa se sazone.
Aparte, unas buenas tortillas que rellenaremos con pechuga de pollo deshebrado, frijoles refritos, queso o lo que se nos ocurra. Si lo prefiere, puede freir previamente las tortillas pero, ¡ojo! debe ser a la usanza de las antiguas cocineras: sobre el aceite muy caliente, apenas una sumergida, y para afuera. La técnica es más o menos precisa, pero vale la pena.
Decíamos que una vez listas las tortillas y sus rellenos, podemos colocarlas en un plato hondo y agregarle la salsa descrita previamente: luego, espolvoree queso añejo, lechuga o cebolla picada. Si quiere unas "enchiladas suizas" sólo añada unas lonchas de queso chihuahua o manchego y dele un golpe de horno. Ya tiene usted un buen plato de enchiladas, hechas como Dios manda. Buen provecho.
jueves, agosto 11, 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario