miércoles, marzo 29, 2006

Profecías

Es Profética un singular establecimiento. De ello se encargan José Luis Escalera y la asociación civil a la que pertence, la misma que administra esta Casa de Lectura, remanso e inspiración al caer la tarde de la Angelópolis y un sitio extraordinario en el que las horas transcurren en la soledad cómplice que brinda un libro, un paseo por su librería o una tertulia amable con la excelente cerveza de barril que sirven sin ceremonia y a la que le vienen bien unos montaditos de tomate y albahaca que, en su simplicidad, saben a gloria en un espacio que no pretende ser más de lo que es: una invitación permanente para leer y sentirse a gusto en un lugar extraordinario.

Se trata de una vieja casona, quizá una de las más antiguas de la capital poblana, conocida, allá por el siglo XVI en Casa de la Limpia, fue rescatada de ese abandono que destroza el corazón y que se apodera de los inmuebles. Y es un triunfo de la persistencia de un grupo de poblanos que, supongo, tuvieron la visión necesaria para recuperar la vieja casa e imprimirle una renovada personalidad.

El concepto exitoso de Profética se ve recompensado por los parroquianos fieles, los descubridores cotidianos y los vándalos imprevistos. Como ésos que se robaron, recién, el bello poema, impreso sobre una lámina transparente, en el aseo de los caballeros, que permitía recuperar la mirada lúcida al repetir, desde el corazón del poeta.

En Profética he sostenido largas charlas con amigos queridos. Y largos soliloquios de los que pueden testificar los muros venerables del edificio original. Siempre, la imagen que me llevo es la misma: un servicio irreprochable a precios justos. Si desea saber más sobre el lugar visite www.profetica.com.mx o deténgase en la esquina de la 3 Sur y la 7 Poniente, en el Centro Histórico de Puebla.

Sea uno poeta, escritor o simple caminante, llegar a Profética y sentarse a la orilla de la fuente que ilumina el centro del vetusto patio, es una suerte de reencuentro, de darle tiempo al corazón para echar una mirada sobre sí mismo.








Aldrin Lenin Gómez-Manzanares

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